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Una bendición especial para ti. Clamo al Dios del cielo,
al padre de Nuestro Señor Jesucristo que te haga sentir todo su amor, que te
haga sentir amado, valorado y que te haga sentir que Él está de tu lado, que Él
lucha en tu favor, que Él quiere que tú seas feliz, que Él quiere inspirarte,
empujarte, a alcanzar las metas que tienes en la vida, las metas que tienes en
tu proyecto.
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Hoy quisiera iniciar conversando
con ustedes en torno al tema de la solidaridad. Nosotros entendemos que no
podemos pasar de largo ante aquel que es vulnerable, ante aquel que está
vulnerable. Para mí la expresión de solidaridad es la del samaritano aquel que
cuando encontró en el camino entre Jericó y Jerusalén a un hombre medio muerto
que había sido asaltado, herido, lo ayuda. Yo creo que esa es la expresión de
la solidaridad, ayudar al otro, no pasar de largo frente al hermano que está
necesitado; es más, creo que lo contrario a solidaridad es la indiferencia.
Bueno, hay una pregunta que hacernos
¿Hasta dónde ser solidarios? Porque me encuentro que hay personas que terminan
cargando a las otras personas, que hay personas que terminan haciendo la vida
de los otros, que hay personas que terminan tomando las decisiones de los
demás, que terminan definitivamente asumiendo los problemas de los demás. ¿Cuál
es el límite? Porque todos tenemos que ayudar, todos tenemos que ser
solidarios, todos tenemos que poner de nuestra parte pero ¡ojo! hay que evitar
cualquier actitud invasiva, hay que evitar cualquier actitud que inhabilite al
otro porque cuando tu ayuda inhabilita al otro, cuando tú por tu amor
exagerado, cuando tú por tus ganas de servir vuelves inútil a la otra persona,
le quitas la capacidad de decidir, le quitas la capacidad de actuar, le estás
haciendo un daño, no estás ayudando, al contrario, estas haciéndole sufrir,
estás haciéndole padecer. Por eso hoy quisiera invitarte a pensar bien cuál es
ese límite. Claro que tenemos que ser solidarios, claro que tenemos que ayudar
al otro pero no podemos anular, no podemos inhabilitar al otro como sujeto. El
otro tiene que seguir tomando sus decisiones, el otro tiene que seguir
actuando, el otro tiene que seguir entendiendo qué quiere, hacia dónde va, cómo
va; es así, no puede ser de otra manera porque si es de otra manera, nosotros
vamos a terminar sufriendo y vamos a terminar padeciendo demasiado.
Por eso hoy yo quisiera plantearles
tres palabras que a mí me parecen pueden iluminar esa reflexión de dónde
establecer el límite.
La primera palabra es el respeto,
obvio. Uno tiene que entender que queriendo ayudar, queriendo colaborar, el
otro merece respeto y que muchas veces mis invasiones, que muchas veces mis
metidas en su vida son un irrespeto. “- Padre pero es que lo hago de buena
voluntad. Igual lo estas irrespetando. –
Pero padre per es que se está equivocando y quiero hacerlo mejor. Igual lo
estas irrespetando.”
Es necesario que tú sepas respetar,
es necesario que tu sepas con tranquilidad, con serenidad asumir cuál es la
línea del respeto, cuál es la línea del respeto; si tú no tienes claro ¡cuál es
la línea del respeto? las cosas no funcionan, no van a funcionar. Y ¿Por qué no
van a funcionar? Muy simple, porque vas
a ser una persona que inhabilita a la otra y tarde que temprano te vas a cansar
de eso, porque las relaciones se dan entre pares, las relaciones se dan entre
personas que uno admira, que uno quiere. Es decir, uno no puede inhabilitar al otro
porque si un inhabilita al otro la otra
persona deja de ser admirable y cuando la otra persona deja de ser admirable,
la relación se rompe. De amistad, de pareja; ser rompe la relación. De alguna
manera tengo que respetar a la otra persona y dejarle sus propios espacios, sus
propias decisiones, hacia dónde va, qué hace, qué quiere; eso lo debo respetar,
eso lo debo respetar,
Entonces la primera palabra es
respeto.
La segunda palabra es
responsabilidad. Uno tiene que tener claro que cada decisión trae consecuencias
y que uno es responsable cuando asume esas consecuencias. Si yo te invado, tomo
decisiones por ti, muy probablemente las consecuencias de esas decisiones no
las voy a asumir yo porque es tu vida, te va a tocar asumirlas a ti y tú vas a
poder padecer y a poder sufrir por las decisiones que yo tomé cuando las
debiste tomar tú mismo.
Estoy pensando en los papás que a
veces se ponen difíciles en las
decisiones afectivas de sus hijos. Estoy pensando bueno en los amigos que a veces
nos oponemos a las decisiones de las otras personas. ¡Cuidado! ¡Cuidado! Es
bien importante que nosotros sepamos ser responsables, que nosotros sepamos ser
responsables porque si no no vamos a poder, si no va a ser muy difícil y va a
ser muy complicado. Hoy quisiera que tuvieras eso claro, hoy quisiera que
tuvieras eso presente en tu corazón y en tu vida. No actúes tú para que el otro
asuma consecuencias. No, respétalo.
Ten claro esta responsabilidad no
es mía, esta responsabilidad es de él, las consecuencias de esta decisión las
va a vivir él. Por ejemplo tu le dices a unas personas “Sepárense.” Y tu tomas
la decisión “Se tiene que separar.” La soledad que esa persona va a vivir ¿la
vas a sumir tú? “-No padre pero es que era lo mejor.” Lo mejor es si ella lo decide, si él lo
decide, pero tú no tienes por qué decidir por nadie sobre todo, insisto, cuando
no vas a asumir las consecuencias.
Y la tercera palabra es identidad.
Creo que uno tiene que entender que cada persona tiene que construir descubrir
su identidad. Saber quién es, saber cuáles son sus capacidades, saber cuáles
son sus calidades, saber hacia dónde va porque si no vamos a terminar sufriendo
demasiado, vamos a terminar padeciendo demasiado y eso si que es grave.
Entonces hoy quisiera que
reflexionaras el tema, hoy quisiera que pensaras el tema con tranquilidad y que
ayudaras al otro pero que tuvieras límites; los estableces tu. Uno no puede
cargar a los demás, uno no puede hacer que los problemas de los demás sean
problemas de uno. ¿Cuántas mamás sufriendo por problemas que no son de ellas
ya? Un bebé de cincuenta años ya que él
tome sus propias decisiones, ya que él sepa ¿qué va a hacer? ¿qué quiere hacer?
Es así la vida, no puede ser de otra manera, no puede ser de otra manera.
Entonces por favor ese es un tema a
trabajar y es un tema en la que las relaciones se complican y es un tema que
las relaciones familiares, padre, hijos, hermanos, las relaciones de pareja,
las relaciones de amistad se complican porque alguno termina jalando al otro,
jalando al otro y tarde que temprano se cansa y vienen los líos, y vienen los
conflictos mayores y vienen los problemas mayores.
Que tu experiencia de Dios, que el
saberte amado por Dios te ayude a entender que no tienes por qué decidir por el
otro y que no tienes qué, actuar por el otro.
Ayudas, eres solidario pero respetando,
dejando que él asuma su responsabilidad y dejando que él vaya construyendo y
descubriendo su identidad para así poder ser una persona feliz, una persona que
ayuda, una persona que colabora pero una persona que deja al otro ser, porque
al fin y al cabo las relaciones tienen que estar marcadas por la libertad, te
dejo ser. Aunque a veces tus decisiones me duelen, aunque a veces tus decisiones
me hacen sufrir, dejo que las tomes porque tú eres libre y yo tengo que
respetar, valorar y aún luchar por tu libertad, aunque eso me hiera y me haga
agujeros grandes en mi vida.
Pbro. Alberto Linero Gómez. (Octubre
03- 2017)
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Para ampliar esta reflexión los invito a ver el vídeo:
🎵Feliz☀día🎵 El Padre misericordioso nos ama en libertad y
nos da dones y capacidades para seguir adelante en nuestro proyecto de vida y
en nuestras relaciones con los demás. Nos invita ser solidarios, es tarea de
todo ser viviente, pero sabiendo hasta dónde y cómo debemos ejercer nuestra
solidaridad.☺
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