martes, 3 de octubre de 2017

La solidaridad ¿Hasta dónde debemos ser solidarios?

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 Una bendición especial para ti. Clamo al Dios del cielo, al padre de Nuestro Señor Jesucristo que te haga sentir todo su amor, que te haga sentir amado, valorado y que te haga sentir que Él está de tu lado, que Él lucha en tu favor, que Él quiere que tú seas feliz, que Él quiere inspirarte, empujarte, a alcanzar las metas que tienes en la vida, las metas que tienes en tu proyecto.
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 Hoy quisiera iniciar conversando con ustedes en torno al tema de la solidaridad. Nosotros entendemos que no podemos pasar de largo ante aquel que es vulnerable, ante aquel que está vulnerable. Para mí la expresión de solidaridad es la del samaritano aquel que cuando encontró en el camino entre Jericó y Jerusalén a un hombre medio muerto que había sido asaltado, herido, lo ayuda. Yo creo que esa es la expresión de la solidaridad, ayudar al otro, no pasar de largo frente al hermano que está necesitado; es más, creo que lo contrario a solidaridad es la indiferencia.
Bueno, hay una pregunta que hacernos ¿Hasta dónde ser solidarios? Porque me encuentro que hay personas que terminan cargando a las otras personas, que hay personas que terminan haciendo la vida de los otros, que hay personas que terminan tomando las decisiones de los demás, que terminan definitivamente asumiendo los problemas de los demás. ¿Cuál es el límite? Porque todos tenemos que ayudar, todos tenemos que ser solidarios, todos tenemos que poner de nuestra parte pero ¡ojo! hay que evitar cualquier actitud invasiva, hay que evitar cualquier actitud que inhabilite al otro porque cuando tu ayuda inhabilita al otro, cuando tú por tu amor exagerado, cuando tú por tus ganas de servir vuelves inútil a la otra persona, le quitas la capacidad de decidir, le quitas la capacidad de actuar, le estás haciendo un daño, no estás ayudando, al contrario, estas haciéndole sufrir, estás haciéndole padecer. Por eso hoy quisiera invitarte a pensar bien cuál es ese límite. Claro que tenemos que ser solidarios, claro que tenemos que ayudar al otro pero no podemos anular, no podemos inhabilitar al otro como sujeto. El otro tiene que seguir tomando sus decisiones, el otro tiene que seguir actuando, el otro tiene que seguir entendiendo qué quiere, hacia dónde va, cómo va; es así, no puede ser de otra manera porque si es de otra manera, nosotros vamos a terminar sufriendo y vamos a terminar padeciendo demasiado.
Por eso hoy yo quisiera plantearles tres palabras que a mí me parecen pueden iluminar esa reflexión de dónde establecer el límite.
La primera palabra es el respeto, obvio. Uno tiene que entender que queriendo ayudar, queriendo colaborar, el otro merece respeto y que muchas veces mis invasiones, que muchas veces mis metidas en su vida son un irrespeto. “- Padre pero es que lo hago de buena voluntad. Igual lo estas irrespetando.  – Pero padre per es que se está equivocando y quiero hacerlo mejor. Igual lo estas irrespetando.”
Es necesario que tú sepas respetar, es necesario que tu sepas con tranquilidad, con serenidad asumir cuál es la línea del respeto, cuál es la línea del respeto; si tú no tienes claro ¡cuál es la línea del respeto? las cosas no funcionan, no van a funcionar. Y ¿Por qué no van a funcionar? Muy simple,  porque vas a ser una persona que inhabilita a la otra y tarde que temprano te vas a cansar de eso, porque las relaciones se dan entre pares, las relaciones se dan entre personas que uno admira, que uno quiere. Es decir, uno no puede inhabilitar al otro porque si un inhabilita al otro  la otra persona deja de ser admirable y cuando la otra persona deja de ser admirable, la relación se rompe. De amistad, de pareja; ser rompe la relación. De alguna manera tengo que respetar a la otra persona y dejarle sus propios espacios, sus propias decisiones, hacia dónde va, qué hace, qué quiere; eso lo debo respetar, eso lo debo respetar,
Entonces la primera palabra es respeto.
La segunda palabra es responsabilidad. Uno tiene que tener claro que cada decisión trae consecuencias y que uno es responsable cuando asume esas consecuencias. Si yo te invado, tomo decisiones por ti, muy probablemente las consecuencias de esas decisiones no las voy a asumir yo porque es tu vida, te va a tocar asumirlas a ti y tú vas a poder padecer y a poder sufrir por las decisiones que yo tomé cuando las debiste tomar tú mismo.
Estoy pensando en los papás que a veces se ponen difíciles  en las decisiones afectivas de sus hijos. Estoy pensando bueno en los amigos que a veces nos oponemos a las decisiones de las otras personas. ¡Cuidado! ¡Cuidado! Es bien importante que nosotros sepamos ser responsables, que nosotros sepamos ser responsables porque si no no vamos a poder, si no va a ser muy difícil y va a ser muy complicado. Hoy quisiera que tuvieras eso claro, hoy quisiera que tuvieras eso presente en tu corazón y en tu vida. No actúes tú para que el otro asuma consecuencias. No, respétalo.
Ten claro esta responsabilidad no es mía, esta responsabilidad es de él, las consecuencias de esta decisión las va a vivir él. Por ejemplo tu le dices a unas personas “Sepárense.” Y tu tomas la decisión “Se tiene que separar.” La soledad que esa persona va a vivir ¿la vas a sumir tú? “-No padre pero es que era lo mejor.”  Lo mejor es si ella lo decide, si él lo decide, pero tú no tienes por qué decidir por nadie sobre todo, insisto, cuando no vas a asumir las consecuencias.
Y la tercera palabra es identidad. Creo que uno tiene que entender que cada persona tiene que construir descubrir su identidad. Saber quién es, saber cuáles son sus capacidades, saber cuáles son sus calidades, saber hacia dónde va porque si no vamos a terminar sufriendo demasiado, vamos a terminar padeciendo demasiado y eso si que es grave.
Entonces hoy quisiera que reflexionaras el tema, hoy quisiera que pensaras el tema con tranquilidad y que ayudaras al otro pero que tuvieras límites; los estableces tu. Uno no puede cargar a los demás, uno no puede hacer que los problemas de los demás sean problemas de uno. ¿Cuántas mamás sufriendo por problemas que no son de ellas ya?  Un bebé de cincuenta años ya que él tome sus propias decisiones, ya que él sepa ¿qué va a hacer? ¿qué quiere hacer? Es así la vida, no puede ser de otra manera, no puede ser de otra manera.
Entonces por favor ese es un tema a trabajar y es un tema en la que las relaciones se complican y es un tema que las relaciones familiares, padre, hijos, hermanos, las relaciones de pareja, las relaciones de amistad se complican porque alguno termina jalando al otro, jalando al otro y tarde que temprano se cansa y vienen los líos, y vienen los conflictos mayores y vienen los problemas mayores.
Que tu experiencia de Dios, que el saberte amado por Dios te ayude a entender que no tienes por qué decidir por el otro y que no tienes qué, actuar por el otro.
Ayudas, eres solidario pero respetando, dejando que él asuma su responsabilidad y dejando que él vaya construyendo y descubriendo su identidad para así poder ser una persona feliz, una persona que ayuda, una persona que colabora pero una persona que deja al otro ser, porque al fin y al cabo las relaciones tienen que estar marcadas por la libertad, te dejo ser. Aunque a veces tus decisiones me duelen, aunque a veces tus decisiones me hacen sufrir, dejo que las tomes porque tú eres libre y yo tengo que respetar, valorar y aún luchar por tu libertad, aunque eso me hiera y me haga agujeros grandes en mi vida.
Pbro. Alberto Linero Gómez.  (Octubre  03- 2017)
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Para ampliar esta reflexión los invito a ver el vídeo                 

🎵Felizdía🎵 El Padre misericordioso nos ama en libertad y nos da dones y capacidades para seguir adelante en nuestro proyecto de vida y en nuestras relaciones con los demás. Nos invita ser solidarios, es tarea de todo ser viviente, pero sabiendo hasta dónde y cómo debemos ejercer nuestra solidaridad.

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