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Una
bendición especial para cada uno de
ustedes que está a esta hora en
sintonía, gracias por estar allí, gracias por iniciar este día con nuestra
experiencia de oración, de reflexión y sobre todo de lectura de la Palabra.
Nosotros
iniciamos el día con todas las ganas, con todas las fuerzas; iniciamos el día
seguros de que Dios no nos deja, seguros de que Dios nos da fuerza, seguros de
que Dios nos impulsa a seguir adelante.
Aquí
estamos dispuestos a vivir el mejor de los días, dispuestos a tomar las mejores
decisiones, dispuestos a hacer el día de la mejor manera, gozarnos cada
experiencia que tenemos y ayudar a las personas que están a nuestro alrededor a
tener la mejor experiencia.
Hoy quiero
conversar con ustedes en torno al libro “Mi venganza es perdonarte.” Ya es un
texto que han estado leyendo muchas personas y nada, me llegan siempre
comentarios, me llegan siempre preguntas y reflexiones en torno al texto “Mi
venganza es perdonarte y hoy quisiera partir de la necesidad que tenemos todos
los seres humanos, de darnos cuenta que dañamos a los otros, que no solo los
otros nos dañan, no solo los otros nos hieren, sino que nosotros con nuestras
actitudes, con nuestros comportamientos, lastimamos también a los demás.
Nos cuesta
mucho darnos cuenta que tenemos que pedir perdón. Normalmente nos ponemos en la
idea de cómo perdonar o cómo no perdonar pero se nos olvida que también
nosotros tenemos que mirar a las otras personas a los ojos, mirarlos con
tranquilidad, con serenidad y decirles: “Oye, estoy arrepentido de lo que hice,
estoy arrepentido de mi comportamiento, y te pido que me perdones. Reconozco
mis fallas, reconozco mis equivocaciones y te pido a ti que me perdones.”
Es
necesario que nosotros entendamos que pedir perdón no nos hace débiles, que
pedir perdón no nos hace frágiles, ni vulnerables, ni nos hace menos fuertes de
lo que somos.
Pedir perdón nos ayuda a crecer como seres
humanos, nos ayuda a vivir mejores en nuestras relaciones. Es importante tenerlo
claro, por eso en el texto insisto mucho, en que todos debemos ser conscientes
de cómo nuestro comportamiento, de cómo nuestro actuar, termina generando dificultades
y generando problemas en las relaciones.
A veces no
somos conscientes de eso, a veces nuestra manera un poco orgullosa, un poco
prepotente de ver la vida, nos hace creer que somos santos, que somos perfectos,
que somos buenos y que no fallamos, y claro, eso nos genera dificultades muy
serias, y eso nos genera problemas muy serios porque no solo no nos permite
crecer, sino que además termina haciendo que nuestras relaciones
interpersonales sean definitivamente conflictivas, definitivamente, ¡Ah! Tu
sabes, incapaces de generarnos la felicidad que buscamos.
Para poder
pedir perdón necesitamos tres actitudes mínimas:
1.-
Necesitamos ser conscientes que nos equivocamos. Si tú no eres consciente de la
posibilidad de error que hay en tu vida, si tú no eres consciente de la posibilidad
que tienes a diario de no hacer las cosas bien, seguramente no vas a poder pedir
perdón.
Muchos de
nosotros nos creemos perfectos, creemos que lo que nosotros decimos, que lo que
nosotros hacemos es muy bueno, es extraordinario y lo de los demás, no merece
nada. Cuando uno vive la vida desde ese pedestal, es muy difícil que pueda
pedir perdón y claro, es muy posible que genere relaciones insanas, que genere
relaciones de sufrimiento, que genere relaciones donde nadie va a ser feliz.
Por eso yo
quiero insistirle a ustedes que están en sintonía, a ustedes que comparten
conmigo este inicio de día, ustedes que abren el corazón; que es necesario ser
conscientes de lo proclive que somos al error. A veces sin quererlo, a veces
queriéndolo, somos proclives al error, fallamos y eso nos lleva a entender que
el reclamo que la otra persona nos está haciendo, que la distancia que la otra
persona está teniendo, puede ser normal y puede ser consecuencia de nuestras
acciones. Eso es lo primero.
2.- Es
necesario ser conscientes de cómo nuestra acción, de cómo nuestro
comportamiento le causa dolor al otro.
He
insistido mucho en la palabra compasión, creo que es la palabra más humana,
creo que quien no sabe sentir compasión, no creo que sepa ser humano, no creo que
pueda relacionarse bien con los demás.
Lo
segundo, para poder pedir perdón es ser capaz de entender que mi comportamiento
causa dolor en el otro, que mi error le causa dolor al otro, que mis palabras
fuertes lastiman su autoestima, que mi acción le causó una herida y yo tengo
que sentir lo que eso significa; yo tengo que sentir que eso definitivamente no
está bien. Si yo no soy capaz de compadecerme, si yo no soy capaz de sentir el
dolor del otro, no voy a poder pedir perdón.
Entonces
mira lo que llevamos:
1.- Es
necesario que tú entiendas que eres proclive al error.
2.- Es
necesario que tú te des cuenta que causas dolor.
3.- Es
necesario que tú entiendas, que tú comprendas, que tú vivas, que no puedes
dejar la vida con esas heridas abiertas, que es necesario, que es muy necesario
intentar tirar puentes, resarcir lo que he dañado, lo que he roto. Creo que eso
es importante, cómo puedo rehacer las cosas.
Ahora,
porque si me doy cuenta que soy proclive al error, me doy cuenta que causé
heridas en el otro pero no quiero hacer nada por mejorar la relación, no voy a
poder pedir perdón y voy a terminar viviendo como una persona infeliz, y voy a
terminar haciendo a los demás infelices; y eso si que es grave y eso si que es
terrible.
Yo quisiera
que hoy lo reflexionaras, yo quisiera que hoy lo pensaras, con tranquilidad,
con serenidad; que hoy tú supieras que es necesario aprender a pedir perdón. A
tu mamá, a tu papá, a tus hermanos, a tu esposa, a tu esposo, a tus hijos, a
tus amigos, a tus compañeros de trabajo, a las personas con las que estás
alrededor. Seguro que has hecho cosas que los han lastimado y si tú crees que
es una relación que vale la pena, y si tú crees que vale la pena vivir en
armonía con los demás, entonces es necesario que tú te esfuerces por
reconstruir esa relación, por tirar puentes otra vez; que tu intentes de nuevo,
construir tu relación con ellos, si no, no va a funcionar la vida y sino lo que
vas a hacer es una colección de heridas, una colección de conflictos y la vida
se te va a volver una tragedia, que eso es lo que les pasa a muchas personas que
han herido aquí, que han aquí, que han herido acá, que han herido allá y se
pasan la vida así y se pasan la vida con esos sufrimientos y con esos errores.
Cuidado,
esa no es la idea, esa no es la razón, ojala tu hoy intentes vivir de una
manera distinta. A mí la parábola del
hijo pródigo que es la base de este texto “Mi venganza es perdonarte”, me
enseña mucho en el hijo menor a pedir perdón, a reconocerse, a mirarse como
alguien que se ha equivocado, a sentir el dolor del otro y a tratar de
recuperar lo perdido, a tratar de reconstruir lo que he dañado yo mismo, todo
esto entendiendo que el perdón del otro es un regalo, que no está obligado a
perdonarme. Yo estoy obligado por mis criterios de vida, por mi fe, por mi
manera de entender la vida, a pedir perdón, pero el otro no está obligado a
perdonarme, y así lo debo entender, como un regalo, como una acción generosa de
la otra persona, como una acción dadivosa de la otra persona. No puedo sacar un
arma y decirle “Me tienes que perdonar.” No, no, el otro no te tiene, es un
regalo que te hace y que te lo hace porque lo ha decidido así.
Pbro.
Alberto Linero. (Julio18-2017)
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Para
ampliar esta reflexión los invito a ver el vídeo:
🎵Feliz☀día🎵 El Padre Dios nos ama infinitamente, nos bendice
y es un Padre misericordioso. A pesar de las fallas que cometemos a diario siempre
nos perdona y nos sigue amando. Vivamos como Él quiere que vivamos, amando,
perdonando y cuando fallamos, dejar el orgullo a un lado y pedir perdón.☺
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