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Pido al
Dios de la vida que te bendiga, pido al Dios de la vida que te llene de su
amor, pido al Dios de la vida que te llene de su paz, que te llene de su gozo y
que al iniciar este nuevo día, tú con el corazón abierto, recibas todas las
bendiciones de Dios, recibas todas las
fuerzas de Dios y salgas adelante.
Hay que
dejar las cosas como una las encuentra, eso es fundamental en la vida, si tu
encuentras algo cerrado, lo dejas cerrado;, así debemos actuar nosotros. A
veces cuando no entra al baño encuentra letreros que dicen eso, lástima que a veces
no pueda uno entender esto y no pueda comprender esto. Hoy yo quisiera que
ustedes que están allí, reflexionen conmigo en torno a la actitud del hermano
menor, o del hijo menor. Estamos trabajando nuestro texto “Mi venganza es
perdonarte”… El hijo menor de la parábola del hijo pródigo ¿te acuerdas cómo es
eso, verdad? El hijo menor pide la plata, se la dan, se va, se escapa, la
malgasta, comienza a sufrir y regresa.
¿Qué características
tiene el hijo menor que le permiten pedir perdón? Ese es el tema. ¿Qué características
tiene el hijo menor que le permiten pedir perdón?
Bueno, yo creo que podríamos trazar, a ver,
aquí tengo cuatro anotadas:
1°- El
hijo menor es consciente de su error. ¡Puf! Eso es fundamental, hay gente que
no es consciente de su error y cuando uno no es consciente de su error, lo
vuelve a hacer, lo vuelve a repetir.
Claro, si
uno no es consciente de la embarrada que cometió, si uno no es consciente del
daño que hizo, si uno no es consciente de cómo perturbó la armonía de esa relación,
uno vuelve s fallar, uno vuelve a hacerlo. Pregúntenles a las personas que han
sido reiterativas en el adulterio, en la infidelidad y que han hecho sufrir y
que han hecho vivir momentos muy complejos a su pareja. No entendieron su error
y al no entender su error, terminan repitiéndolo. Lo primero es eso, ser
consciente de la embarrada, ser consciente del error que cometió, ser
consciente de que la, ¡tú sabes! Eso es lo primero, sin eso no funciona, sin
eso no hay actitud humilde para pedir perdón y a veces nos cuesta aceptar
nuestro error. Somos buenos para justificarnos, somos buenos para culpar al
otro. El hermano menor hubiera podido decir, el hijo menor hubiera podido
decir: “No, yo la estoy pasando así porque mi papá me dio poca plata.” Él
hubiera podido justificarse así, o él hubiera podido justificarse diciendo: “Estoy
en tal situación porque me cobraron mucho, no se porque yo.” Él reconoce que se
equivocó, él reconoce que falló, no justifica, no responsabiliza al otro,
entiende que es su error. Eso es fundamental, ser consciente del error propio
es fundamental para poder salir adelante.
2°- Y esto
hay que tenerlo preciso. Él se arrepiente. No solo reconoce el error sino que
se arrepiente. A mí me han tocado sobre todo en el sacramento de la reconciliación,
me han tocado personas que reconocen su error pero no se arrepienten. Más, de
una vez me ha tocado…
Es
fundamental arrepentirse, es fundamental entender que lo que hice no estuvo
bien, es fundamental entender que lo que hice, no fue bueno, fallé, me
equivoqué y dañé a los demás, me dañé yo mismo entonces estoy arrepentido, no
quiero volverlo a hacer; voy a luchar por no volverlo a hacer. Tengo intensión
clara, definida, de no volverlo a hacer.
3°- Él
está disponible a lo que el otro reaccione. Él no regresa donde el padre y le
dice: “Bueno padre, yo me equivoqué, estoy arrepentido, cuidado, no me puedes
decir nada, me tienes que dar de nuevo todo bien y nada, perdóname.” No, él
llega donde el padre y le dice: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti,
ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como tú lo decidas.”
Disponibilidad.
Yo decía,
hay gente que le pide perdón a uno y quiere obligarlo a que uno lo perdone… Una
de las cosas que más me molesta a mí en mi vida personal es cuando me dicen “Tienes
que.” No tengo nada; quiero, deseo, lo
voy a hacer, me motivo, a eso es otra cosa pero: “Tienes que.” No, no, no,…,
olvídate.
Así pasa muchas veces con las
personas que van a pedir perdón, casi que quieren obligar al otro a que los
perdone, casi que quieren obligar al otro a que diga si. Definitivamente yo te
perdono, no, eso es un regalo que el otro me hace. El otro quiere y si el otro lo
hace, no estoy obligado, no está obligado a hacerlo así.
4°- Tiene decisión, no se queda
en las buenas intenciones, no se queda
en los buenos pensamientos, traduce eso en decisiones concreta. Va hacia
donde el padre y celebra con el padre la reconciliación.
Eso es fundamental y yo quisiera
que ustedes lo vivieran hoy, lo comprendieran hoy, lo tuvieran presente hoy.
Insisto, necesitamos:
1.- Reconocer nuestro error.
2.- Estar arrepentidos.
3.- Ser disponible.
4.- Pedir perdón.
Yo sé que es vergonzoso, a mi me
ha tocado pedir perdón, yo a veces me he comportado muy mal, como presbítero que
es peor, como presbítero me he comportado mal, como ministro de la
reconciliación me he comportado mal. ¡Guau! Cuando me he dado cuenta he tocado
ir donde la otra persona y bajar la cabeza, y pedir perdón; y decirle, Señor,
te fallé. Señora perdóneme, señor perdóneme…
Uno tiene que entender eso, uno
tiene que reconocer eso, uno no puede
vivir de otra manera la vida. Sin duda, cuidado con eso pero hay que
actuar. Yo sé que es vergonzoso, yo se que uno se sonroja, pero uno mira a los
ojos y le dice: “De verdad, pido perdón.” “De verdad, me equivoqué y aquí estoy
dispuesto a que tú me perdones si esa es tu decisión, si es lo que tú quieres,
si es lo que tu consideras.” Que importante tenerlo claro, que importante no
olvidarlo.”
Pbro. Alberto Linero Gómez (Julio 24-2017)
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Para
ampliar esta reflexión los invito a ver el vídeo:
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