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Un saludo especial para ti, gracias por aceptar esta invitación
todos los días, gracias por estar ahí y gracias por compartir conmigo un
momento de oración, un momento de reflexión, un momento de lectura de la Palabra. Gracias por tus
mensajes a PAlbertoJosé@hotmail.com. Gracias por acompañarnos en todos esos
proyectos que con amor, que con dedicación realizamos. Gracias porque eres tu
quien nos acompaña, nosotros tenemos ideas, el Señor nos inspira pero son
ustedes los que hacen posible que esas ideas se realicen.
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Hoy, quisiera compartir con ustedes un comentario que hace
el cardenal Carlo María Martini en su libro “Creo en la vida eterna” sobre el
camino de Emaús. Ustedes recuerdan que El camino de Emaús está en el capítulo veinticuatro
de Lucas, versículo trece al versículo treinta y dos ( Lc 24,13-32). El
cardenal hace por lo menos cuatro comentarios que yo quisiera compartir con
ustedes:
1° El cardenal muestra y nos recuerda a nosotros que todo
se desarrolla en un camino, es decir, en la experiencia de la itinerancia, de ir
hacia un lugar. Recuerden ustedes que el texto dice dos de ellos se dirigían a
una aldea, es decir, ellos van de camino.
Lucas a menudo nos habla de que Jesús es aquel que hace el
camino, que está en el camino; de hecho, en Hechos de los apóstoles que es la
segunda obra o el segundo tomo de la obra de Lucas, se insiste en que los
cristianos son los del camino. Cuando Jesús plantea la pregunta, los dos se
detienen y después reinician la marcha; revela que se da mucha importancia a
esta experiencia de estar en el camino, de estar yendo.
Entonces lo primero que podemos concluir de ese relato
según el cardenal Carlo María Martini es que la vida humana es un dinamismo, va
adelante, está tendida hacia la dirección de Dios, viene al encuentro de Dios y
Dios viene al encuentro del hombre para acompañarlo.
Es en el camino, todo sucede camino hacia Emaús, aunque se
detienen, siguen de camino. Queda claro que esa es la vida del hombre, una
experiencia dinámica, una experiencia de irse haciendo, por eso tú no puedes pensarte
sentado, achantado a la orilla del camino. No puedes pensarte como “Bueno me
quedo aquí.” No, estamos caminando, estamos construyendo, estamos creciendo.
2° La hospitalidad. La acogida según el cardenal Carlo
María Martini es otro símbolo primario y antiquísimo del hombre que supera el temor
instintivo frente al que camina, frente al que toca la puerta. Esto se expresa
en el texto de una manera hermosa: “Quédate con nosotros dicen los dos a Jesús,
no te vayas, queremos permanecer juntos.”
Su desconfianza inicial hacia ese que se les hace el
encontradizo, hacia ese desconocido ha terminado, se disipa lentamente y abre
espacios a la fraternidad, abre espacios al aceptar al desconocido. Tu sabes
que en Oriente la hospitalidad es uno de los pilares de la usanza, es el modo
de ser verdaderamente hombres, saber acoger a cualquier persona, a cualquier
hora, en cualquier momento, sin irritarse, preparando de inmediato todo con
alegría es un deber del hombre de Oriente.
¡Ah! Dime si el texto no nos está invitando a acoger a
Jesús, dime si el texto no nos está invitando no solo a estar de camino, no
sólo a ir al encuentro de él, no sólo a dejarnos encontrar por él sino también
a abrir las puertas del corazón, a abrir las puertas de la casa y acogerlo a
Él.
3° También la fracción del Pan tiene su simbología humana e
histórica, la participación en el mismo Pan es más que la hospitalidad, es el
compartir la mesa que los convierte verdaderamente en hermanos. Casi que es una
ceremonia de Alianza, de amistad, pongo en comunión contigo el pan que es bien mío.
Lucas con la expresión “Partió el pan” tiene en la mente la eucaristía, quiere
subrayar que Jesús ya resucitado y vivo se da a los dos manifestándose en la
caridad, en la entrega perfecta; el compartir es símbolo del humano.
¡Ah! No basta estar de camino, no basta acogerlo si no hay
que llevarlo a la mesa, hacerlo nuestro hermano. Por eso es tan importante
participar de la mesa de la eucaristía, por eso es tan importante ir a la mesa
de la eucaristía; porque nosotros lo amamos a Él y cuando Él parte su pan, que
es suyo, que es su cuerpo, nos lo da; está haciendo con nosotros una alianza,
está uniéndose a nosotros, está generando con nosotros una relación intima, una
relación intensa. ¡Hey! Siéntate a la mesa con Él, celebra la eucaristía,
participa de la mesa del pan y haz la alianza profunda, la alianza perfecta con
Él.
Pero cuarto elemento que señala el cardenal Carlo María
Martini comentando el texto del camino de Emaús:
4° La apertura de los ojos. Dice el cardenal “Es obvio que
la apertura de los ojos está en oposición al tema de la clausura de los ojos,
estaban ciegos que no lo reconocían. También María Magdalena ¿te acuerdas? Había
confundido en primer momento a Jesús con el jardinero. ¿Cómo es posible que
conociendo bien su rostro, aún siendo sus fieles discípulos, no comprendan que
es Jesús? Los ojos de María están cerrados es por las lágrimas, por el dolor,
por la búsqueda equivocada. Los ojos de los dos discípulos de Emaús están
ciegos por haber perdido toda esperanza, por no haber comprendido las palabras
de Dios contenidas en la escrituras.” Por eso cuando parten el pan se les abren
los ojos.
Me encantaron esos cuatro elementos, perdonen que se los
lea, pero es que me encantaron.
1.- El camino. Estamos construyendo vida, estamos haciendo
vida.
2.- Hospitalidad, acogemos a Jesús.
3.- Participamos de la mesa, estamos con Él y recibimos su
pan que parte para nosotros y hacemos alianza, hacemos intimidad con Él.
4.- Abrimos los ojos. A la Magdalena las lágrimas le habían
cerrado los ojos, a los discípulos de Jesús la decepción, la tristeza le habían
cerrado los ojos. A ti ¿qué te hace
tener los ojos cerrados y no conocer a Jesús?
Hoy participa de la eucaristía, participa de la mesa del
pan y que esos ojos se abran, y que esos ojos permitan que tu lo reconozcas a
Él, al Resucitado como el Señor de tu vida, como el Dueño de tu corazón.
Pbro.
Alberto Linero Gómez. (Septiembre 14 - 2017)
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Para
ampliar esta reflexión los invito a ver el vídeo:
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