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“Clamo al Dios del cielo que te bendiga. Clamo al Dios del
cielo que en este momento irrumpa en tu vida con su alegría, con su poder y que
te haga experimentar paz y te haga experimentar serenidad, y te haga
experimentar fortaleza para seguir adelante.
Confío y creo en el poder de Dios, confío y creo en la misericordia de Dios. Estoy
seguro que Dios no nos abandona nunca, estoy seguro que Dios no nos deja nunca,
estoy seguro que Él siempre nos está bendiciendo y siempre nos está llenando de
su alegría, nos está llenando de su paz, nos está llenando de su fuerza, nos
está llenando de su poder.
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Hoy, aquí estamos, con ustedes, para iniciar nuestra experiencia
de oración y nuestra experiencia de reflexión.
A lo largo de este mes de septiembre, la Iglesia nos ha
hablado de la Biblia y nos ha dicho que es el tiempo de la Biblia, obviamente pensando
en Jerónimo (*), obviamente pensando en ese
hombre que nos da a conocer la Palabra de Dios y que tiene un amor especial por Dios.
Yo quisiera recordarles lo que el Vaticano II nos dice
entorno a la lectura de la Palabra, o nuestra relación con la Palabra. El
Vaticano II plantea en Dei Verbum tres actitudes o tres verbos para precisar
nuestra relación con la Palabra de Dios.
1.- Nos invita a leerla,
y es muy importante eso, nos invita a leerla. Oiga, usted tiene que tener la
Palabra no ahí abierta, en una mesa, con el salmo 91 y entonces uno va y esa
página del salmo 91 está amarilla y tu abres el resto de la Biblia está blanca
como si nunca la hubieran usado. A mí me parece oportuno que hay que leer la Biblia,
hay que subrayarla, que hay que preguntar cosa, hay que leer la Palabra. Hay
que acercarse a la Palabra y dejar que la palabra de Dios nos transmita todo lo
que ella tiene para hacerlo. Se nos invita a leerla, aprovechemos eso, cada uno
debe tener su Biblia en casa y cada uno debe estar leyendo constantemente su
Biblia en casa; leerlo desde el libro del Génesis, hasta el libro del
Apocalipsis. Es importante que tú sepas leer la Palabra y que leyendo la
Palabra, tú quieras, sin duda, conocer lo que el Señor tiene para ti.
2.- No basta con leer la Palabra, es necesario estudiarla y
eso es fabuloso, y a mí me parece oportuno y es necesario; y hay que conocer la
Palabra. A veces a nosotros se nos olvidó eso, nosotros no somos literalistas,
al leer la Palabra sabemos que tiene un sentido literal, pero no somos
literalistas, ni somos fundamentalistas. Nosotros tratamos de comprender la
verdad de salvación que hay en los textos, porque lo importante es la verdad de
salvación, así nos lo dejado claro el Vaticano II, Dei Verbum nos lo ha dejado
claro. Hay que vivir sin duda
encontrando la verdad de salvación. A veces, nosotros, por esa mentalidad
literalista, historizante que tenemos, perdemos la verdad de salvación y
confundimos la verdad de salvación con las maneras y con las formas como esa
verdad de salvación se dice, confundimos la experiencia fundamental que es
donde está la verdad de salvación, con la explicación de esa verdad de
salvación. Necesitamos aprender géneros literarios de la Biblia. Ya la Divino
Afflante Spiritu (Inspirado por el Espíritu
Divino) nos lo había enseñado Pío XII y todas las encíclicas nos han enseñado claramente que nosotros no
podemos despreciar, no podemos olvidarnos de los géneros literarios, de
esforzarnos por comprender esa Palabra que no fue escrita en castellano, para
nosotros no fue escrita en castellano, fue escrita en dos lenguas que son
muertas de alguna manera; el hebreo bíblico y el Koiné, es decir, el griego popular.
Entonces para poder entender los textos a
veces tienes que ir a buscar allá en el koiné, ¿cuál es el sentido de la Palabra?
¿Cómo es? ¿Qué pasó? Para poder comprender hay que estudiar, hay que ir a los grupos,
a los cursos de Biblia que se hacen en las parroquias y ojalá siempre haya una pastoral
bíblica en todas las diócesis que organice seminarios, que organice talleres y
que esté enseñando la Palabra de Dios a nuestra gente, porque si tu no enseñas
la Palabra de Dios a nuestra gente, es muy probable que se pierda, toda la
verdad de salvación que tenemos.
Nuestras homilías
no son cursos bíblicos, pero si tienen que haber cursos bíblicos en nuestras parroquias.
3.- Orar con la Palabra. Que la Palabra te sirva como apoyo
en tu oración, que la Palabra te sirva como fuerza en tu oración, como fuente
de tu diálogo con Dios; que la Palabra te sirva para que tú puedas comunicarte
de la mejor manera con Dios.
Yo quisiera que eso estuviera claro, por favor, que tu sepas
orar; por ejemplo que tu tomas los salmos, tomas el salmo 27 por ejemplo “El Señor es mi luz y verdad ¿a quién temeré? El Señor
es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré?”¡Ah! Yo comienzo a leer
ese salmo y me emociono o el salmo 91 “El que habita
al amparo del Altísimo y mora a la sombra del Todopoderoso, diga Dios: “Tu eres
mi refugio, mi adar.” Oye, cuando yo oro con esos salmos, cuando yo
oro con esas palabras, cuando yo leo el texto del leproso en el capítulo uno de
Marcos versículo 40 al versículo 44, hago oración, porque me postro de rodillas
como él y también le digo a mi Señor “Señor, mi
Dios, si quieres, puedes, si quieres, puedes sanarme, si quieres, puedes
liberarme, si quieres puedes llenarme de tu amor.” Que importante que
nosotros hoy tengamos claro eso.
Es una Palabra que la leo, es una Palabra que la estudio y es
una Palabra con la que oro, y eso no puede faltar. Por eso a mí me gusta mucho
La Puerta a la Palabra, por eso recomiendo mucho La Puerta a la Palabras, por
eso espero que ya tu tengas en tus manos el oracional El Man está vivo, porque
son herramientas que te permiten acercarte a la Biblia y construir de la mejor manera.
Insisto, que ojalá tú puedas vivir a la manera de Dios y que
ojalá tú puedas vivir amando y confiando
en el Señor. Bendito sea Dios, alabado y glorificado sea Dios.
Oremos un momento:
ː̗̀†ː̖́ “Padre
Dios, en este día te alabamos, te bendecimos, te damos gracias porque Tu lo
eres todo, porque Tu eres Nuestro Señor, porque Tu eres nuestro Dueño, porque
Tu Señor lo puedes todo, porque Tu Señor nos estás llenando de alegría y nos
estás llenando de paz. Yo confío en Ti Señor, yo creo en Ti, yo espero en Ti.
En esta mañana
Señor te quiero entregar todo nuestro día, te quiero entregar cada una de las
actividades que nosotros tenemos para hoy; permite que las hagamos bien,
permite que las hagamos en tu Presencia, permite que las hagamos en tu poder
para que sean para tu gloria. Ayúdanos a solucionar los problemas, ayúdanos a vencer
los obstáculos, ayúdanos Señor a desenredar los nudos que se nos han armado en
la vida. Danos fortaleza para no temerle al mal, danos fuerza para sobreponernos
ante la presión de la enfermedad y del mal y ayúdanos a vivir en Ti. Te amamos,
creemos en Ti, confiamos en Ti y esperamos en Ti; Tú mi Dios lo eres todo y
nosotros estamos seguros que en Ti está la gloria y que en Ti está el poder.
Bendito seas, bendito y alabado seas, Tú que nos bendices hoy y nos llenas de
tu amor, y nos llenas de tu paz y nos llenas de tu alegría, y nos llenas de tu
gozo. Amén, amén, amén.”
Pbro. Alberto Linero
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(*) Eusebio
Hierónimo de Estridón o Jerónimo de Estridón, llamado san Jerónimo por
los católicos y ortodoxos, tradujo la Biblia del griego y
el hebreo al latín. Es considerado Padre de la Iglesia, uno
de los cuatro grandes Padres Latinos. La traducción al latín de la Biblia hecha
por San Jerónimo, llamada la Vulgata (de vulgata
editio, 'edición para el pueblo'), ha sido, hasta la promulgación de la
Neovulgata, en 1979, el texto bíblico oficial de la Iglesia católica
romana. San Jerónimo fue un célebre estudioso del latín en una época en la que
eso implicaba dominar el griego. Sabía algo de hebreo cuando comenzó su
proyecto de traducción, pero se mudó a Belén para perfeccionar sus
conocimientos del idioma. Comenzó la traducción en el año 382 corrigiendo
la versión latina existente del Nuevo Testamento. Aproximadamente en el
año 390 pasó al Antiguo Testamento en hebreo. Completó su obra
en el año 405. Si Agustín de Hipona merece ser llamado el padre
de la teología latina, Jerónimo lo es de la exégesis bíblica. Con sus
obras, resultantes de su notable erudición, ejerció un influjo duradero en la
forma de traducción e interpretación de las Sagradas Escrituras y en
el uso del latín como medio de comunicación en la historia de la Iglesia. Es
considerado como un santo por la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa, la
Iglesia luterana y la Iglesia anglicana. En su honor se celebra, cada 30
de septiembre, el Día Internacional de la Traducción.
Enlace para escuchar el audio
con la reflexión: https://drive.google.com/file/d/0B4V8rL5UAbhRLXhfX1IxQjBaa2hXdVBqOWhUVHRGZzR1X1Zj/view?usp=sharing
Feliz día, el Padre amado
los bendiga y les de la capacidad de ser auténticos discípulos, proclamadores
de su evangelio.☺
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