viernes, 30 de septiembre de 2016

Tres verbos para precisar nuestra relación con la Palabra de Dios

                     ❤. ː̗̀†ː̖́ .

“Clamo al Dios del cielo que te bendiga. Clamo al Dios del cielo que en este momento irrumpa en tu vida con su alegría, con su poder y que te haga experimentar paz y te haga experimentar serenidad, y te haga experimentar fortaleza para seguir adelante.
Confío y creo en el poder de Dios, confío  y creo en la misericordia de Dios. Estoy seguro que Dios no nos abandona nunca, estoy seguro que Dios no nos deja nunca, estoy seguro que Él siempre nos está bendiciendo y siempre nos está llenando de su alegría, nos está llenando de su paz, nos está llenando de su fuerza, nos está llenando de su poder.
                     . ː̗̀†ː̖́ .
Hoy, aquí estamos, con ustedes, para iniciar nuestra experiencia de oración y nuestra experiencia de reflexión.
A lo largo de este mes de septiembre, la Iglesia nos ha hablado de la Biblia y nos ha dicho que es el tiempo de la Biblia, obviamente pensando en Jerónimo (*), obviamente pensando en ese hombre que nos da a conocer la Palabra de Dios y que tiene  un amor especial por Dios.
Yo quisiera recordarles lo que el Vaticano II nos dice entorno a la lectura de la Palabra, o nuestra relación con la Palabra. El Vaticano II plantea en Dei Verbum tres actitudes o tres verbos para precisar nuestra relación con la Palabra de Dios.
 1.- Nos invita a leerla, y es muy importante eso, nos invita a leerla. Oiga, usted tiene que tener la Palabra no ahí abierta, en una mesa, con el salmo 91 y entonces uno va y esa página del salmo 91 está amarilla y tu abres el resto de la Biblia está blanca como si nunca la hubieran usado. A mí me parece oportuno que hay que leer la Biblia, hay que subrayarla, que hay que preguntar cosa, hay que leer la Palabra. Hay que acercarse a la Palabra y dejar que la palabra de Dios nos transmita todo lo que ella tiene para hacerlo. Se nos invita a leerla, aprovechemos eso, cada uno debe tener su Biblia en casa y cada uno debe estar leyendo constantemente su Biblia en casa; leerlo desde el libro del Génesis, hasta el libro del Apocalipsis. Es importante que tú sepas leer la Palabra y que leyendo la Palabra, tú quieras, sin duda, conocer lo que el Señor tiene para ti.
2.- No basta con leer la Palabra, es necesario estudiarla y eso es fabuloso, y a mí me parece oportuno y es necesario; y hay que conocer la Palabra. A veces a nosotros se nos olvidó eso, nosotros no somos literalistas, al leer la Palabra sabemos que tiene un sentido literal, pero no somos literalistas, ni somos fundamentalistas. Nosotros tratamos de comprender la verdad de salvación que hay en los textos, porque lo importante es la verdad de salvación, así nos lo dejado claro el Vaticano II, Dei Verbum nos lo ha dejado claro.  Hay que vivir sin duda encontrando la verdad de salvación. A veces, nosotros, por esa mentalidad literalista, historizante que tenemos, perdemos la verdad de salvación y confundimos la verdad de salvación con las maneras y con las formas como esa verdad de salvación se dice, confundimos la experiencia fundamental que es donde está la verdad de salvación, con la explicación de esa verdad de salvación. Necesitamos aprender géneros literarios de la Biblia. Ya la Divino Afflante Spiritu (Inspirado por el Espíritu Divino) nos lo había enseñado Pío XII y todas las encíclicas nos han enseñado claramente que nosotros no podemos despreciar, no podemos olvidarnos de los géneros literarios, de esforzarnos por comprender esa Palabra que no fue escrita en castellano, para nosotros no fue escrita en castellano, fue escrita en dos lenguas que son muertas de alguna manera; el hebreo bíblico y el  Koiné, es decir, el griego popular.
 Entonces para poder entender los textos a veces tienes que ir a buscar allá en el koiné, ¿cuál es el sentido de la Palabra? ¿Cómo es? ¿Qué pasó? Para poder comprender hay que estudiar, hay que ir a los grupos, a los cursos de Biblia que se hacen en las parroquias y ojalá siempre haya una pastoral bíblica en todas las diócesis que organice seminarios, que organice talleres y que esté enseñando la Palabra de Dios a nuestra gente, porque si tu no enseñas la Palabra de Dios a nuestra gente, es muy probable que se pierda, toda la verdad de salvación que tenemos.
Nuestras homilías no son cursos bíblicos, pero si tienen que haber cursos bíblicos en nuestras parroquias.
3.- Orar con la Palabra. Que la Palabra te sirva como apoyo en tu oración, que la Palabra te sirva como fuerza en tu oración, como fuente de tu diálogo con Dios; que la Palabra te sirva para que tú puedas comunicarte de la mejor manera con Dios.
Yo quisiera que eso estuviera claro, por favor, que tu sepas orar; por ejemplo que tu tomas los salmos, tomas el salmo 27 por ejemplo “El Señor es mi luz y verdad ¿a quién temeré? El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré?”¡Ah! Yo comienzo a leer ese salmo y me emociono o el salmo 91 “El que habita al amparo del Altísimo y mora a la sombra del Todopoderoso, diga Dios: “Tu eres mi refugio, mi adar.” Oye, cuando yo oro con esos salmos, cuando yo oro con esas palabras, cuando yo leo el texto del leproso en el capítulo uno de Marcos versículo 40 al versículo 44, hago oración, porque me postro de rodillas como él y también le digo a mi Señor “Señor, mi Dios, si quieres, puedes, si quieres, puedes sanarme, si quieres, puedes liberarme, si quieres puedes llenarme de tu amor.” Que importante que nosotros hoy tengamos claro eso.
Es una Palabra que la leo, es una Palabra que la estudio y es una Palabra con la que oro, y eso no puede faltar. Por eso a mí me gusta mucho La Puerta a la Palabra, por eso recomiendo mucho La Puerta a la Palabras, por eso espero que ya tu tengas en tus manos el oracional El Man está vivo, porque son herramientas que te permiten acercarte a la Biblia y construir de la mejor manera.
Insisto, que ojalá tú puedas vivir a la manera de Dios y que ojalá tú puedas vivir amando  y confiando en el Señor. Bendito sea Dios, alabado y glorificado sea Dios.
Oremos un momento:
ː̗̀†ː̖́  “Padre Dios, en este día te alabamos, te bendecimos, te damos gracias porque Tu lo eres todo, porque Tu eres Nuestro Señor, porque Tu eres nuestro Dueño, porque Tu Señor lo puedes todo, porque Tu Señor nos estás llenando de alegría y nos estás llenando de paz. Yo confío en Ti Señor, yo creo en Ti, yo espero en Ti.
En esta mañana Señor te quiero entregar todo nuestro día, te quiero entregar cada una de las actividades que nosotros tenemos para hoy; permite que las hagamos bien, permite que las hagamos en tu Presencia, permite que las hagamos en tu poder para que sean para tu gloria. Ayúdanos a solucionar los problemas, ayúdanos a vencer los obstáculos, ayúdanos Señor a desenredar los nudos que se nos han armado en la vida. Danos fortaleza para no temerle al mal, danos fuerza para sobreponernos ante la presión de la enfermedad y del mal y ayúdanos a vivir en Ti. Te amamos, creemos en Ti, confiamos en Ti y esperamos en Ti; Tú mi Dios lo eres todo y nosotros estamos seguros que en Ti está la gloria y que en Ti está el poder. Bendito seas, bendito y alabado seas, Tú que nos bendices hoy y nos llenas de tu amor, y nos llenas de tu paz y nos llenas de tu alegría, y nos llenas de tu gozo. Amén, amén, amén.”
Pbro. Alberto Linero
                     . ː̗̀†ː̖́ .
(*) Eusebio Hierónimo de Estridón o Jerónimo de Estridón, llamado san Jerónimo por los católicos y ortodoxos, tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín. Es considerado Padre de la Iglesia, uno de los cuatro grandes Padres Latinos. La traducción al latín de la Biblia hecha por San Jerónimo, llamada la Vulgata (de vulgata editio, 'edición para el pueblo'), ha sido, hasta la promulgación de la Neovulgata, en 1979, el texto bíblico oficial de la Iglesia católica romana. San Jerónimo fue un célebre estudioso del latín en una época en la que eso implicaba dominar el griego. Sabía algo de hebreo cuando comenzó su proyecto de traducción, pero se mudó a Belén para perfeccionar sus conocimientos del idioma. Comenzó la traducción en el año 382 corrigiendo la versión latina existente del Nuevo Testamento. Aproximadamente en el año 390 pasó al Antiguo Testamento en hebreo. Completó su obra en el año 405. Si Agustín de Hipona merece ser llamado el padre de la teología latina, Jerónimo lo es de la exégesis bíblica. Con sus obras, resultantes de su notable erudición, ejerció un influjo duradero en la forma de traducción e interpretación de las Sagradas Escrituras y en el uso del latín como medio de comunicación en la historia de la Iglesia. Es considerado como un santo por la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa, la Iglesia luterana y la Iglesia anglicana. En su honor se celebra, cada 30 de septiembre, el Día Internacional de la Traducción.


Feliz día, el Padre amado los bendiga y les de la capacidad de ser auténticos discípulos, proclamadores de su evangelio.
                     . ː̗̀†ː̖́ .

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